lunes, 6 de diciembre de 2010

Lunes color amarillo



"... corriendo en pleno cielo, cristales de amor amarillo..." (Cerati)

En estos casi diez años viviendo en la Dominican Republic, tres son las veces que recuerdo haber visto movilizaciones significativas del grueso de su población:

La primera, con motivo de la participación de una muchacha dominicana, Martha Heredia, en un programa llamado Latin American Idol a mediados del año 2009. Las llamadas de los dominicanos fueron enfilando a Martha hacia las finales de dicho programa concurso, y cuando llegó la gran final, la movilización para llamar y votar por ella fue masiva a nivel nacional. Ciertamente que votaba "toda" Latinoamerica, pero no me cabe duda que el grueso de la votación que le dio a la Heredia el triunfo provino de tierra quisqueyana (a propósito... alguien sabe que es de la vida de Martha Heredia? en su descargo vale recordar que ninguno de los ganadores de ese programa ha desarrollado carrera exitosa alguna, que haya trascendido a nivel verdaderamente latinoamericano).

La segunda ocurrió después del terrible terremoto que afectó la isla el 12 de enero de este año y que asoló Haití. Ignoro si el resto del mundo se habrá enterado, pero las manifestaciones de solidaridad y desprendimiento de los dominicanos para con sus vecinos, fue conmovedora por decir lo menos. Las donaciones y las campañas de recolección de víveres para enviar a las cientos de miles de personas afectadas, dejaron de lado diferencias y prejuicios impropios de la trágica circunstancia. Fue de tal magnitud el movimiento ciudadano, que en aquel momento me pregunté si acaso ese tipo de movilizaciones no podrían realizarse para pronunciarse sobre problemas propios del país.

Hoy se dio aquello que me preguntaba. En un país en donde los políticos (sean del partido que sean) parecen traspapelar las prioridades y dejan aquellas básicas como la salud y la educación relegadas a un tercer o cuarto plano, no se está cumpliendo con la ley que establece que a "educación" le corresponde el 4% del PIB. No sólo no se cumple, sino que se reitera que no se va a cumplir bien porque se argumenta que no se puede, bien porque se indica sin empacho que son otras las prioridades del país.

El reclamo por el 4% fue creciendo y, ante la indiferencia, el ruido cada vez fue mayor, hasta llegar al día de hoy, en donde se convocó a un "lunes amarillo", en el cual se invitó a la población a manifestar su rechazo al incumplimiento de la ley y su exigencia del 4% vistiendo de amarillo. Una forma diferente, pacífica, quizás hasta "naif" de protestar, pero que a juzgar por la cantidad de camisetas, polos, blusas, cinturones, corbatas y hasta cintillos y banderas amarillas vistas en la calle y en los autos hoy en la ciudad, resulto exitosa sin duda en lo que a convocatoria se refiere (que tenga éxito en cuanto a ser escuchada y se logre el objetivo ya es harina de otro costal).

Lo de hoy me pareció genial y como ciudadano espero que sea el inicio de una tendencia en virtud de la cual los dominicanos se dejen sentir ante situaciones en las que no solo se requiere hablar o criticar, sino también actuar.

Ojalá que también sea el inicio de una jornada de reflexión y de cambio. Quisqueya es hermosa y su gente es más buena que el pan (salvo cuando manejan, pero eso da para otra nota). Por eso uno, como espectador de su devenir, y ahora como esposo de dominicana y padre de un dominicano-peruano, desea fervientemente que R.D. cada día avance y no retroceda. Pero así como a veces el repetido "así somos los dominicanos" aplica a plenitud para resaltar las tantas virtudes de este pueblo, en otras circunstancias ese mismo latiguillo cansa y resulta inaceptable para justificar los vicios y defectos que obstaculizan el desarrollo de este país.

Desde la objetividad que me permite el ser foráneo y en consecuencia no tener afiliación ni simpatía política alguna, espero que a futuro haya lunes amarillos o del color que se quiera para exigir a quienes deseen gobernar este país que expongan planes de gobierno concretos y debatan, no una sino las veces que sean necesario los mismos, exponiéndose al escrutinio de la gente a la que van a representar, para que el elector pueda tomar una decisión sustentada en propuestas concretas, y no en la repartición de funditas, lanzamiento de billetes, o inaguantables caravanas de "musicones" que irrespetan el derecho de los ciudadanos a vivir en un entorno de paz sin afectación de su medio ambiente (sí, esas campañas sonoras también contaminan).

Que lo de hoy sea un inicio o un retomar la búsqueda del bien común. Cuando los esfuerzos se orienten al bien de todos (como lo es la educación) y no solamente de nuestros intereses particulares, no me cabe duda, que Quisqueya no solamente será bella, sino que empezará a desarrollar el enorme potencial que su tierra y su pueblo tienen dentro de sí.

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