lunes, 11 de marzo de 2013

Mi primer 10K

Mi primer 10k: arrancó y terminó donde dice 4km
(sí, pasamos 3 veces por ahí)
Al final el tiempo oficial fue 1.13.39, un éxito total.
Eran las 3 de la tarde y seguía deshojando margaritas: voy, no voy, me animo, no me animo, la hago, no la hago. Me había inscrito par de semanas atrás, pero no había corrido más de seis kilómetros en la caminadora del gimnasio y más de cinco fuera de él. Así que tenía la duda razonable acerca de la posibilidad real de completar el doble de distancia de lo que realmente había practicado. Finalmente me decidí. Par de angelitos que me insistieron mucho, vencieron al diablito de la flojera y terminé yendo a mi primera competencia de larga distancia: el Gatorade 10K 2013. Una auténtica experiencia de vida.

Lo primero es llegar y ver de tres a cuatro mil personas pasándolo bien, muchos de ellos incluso calentando al ritmo de zumba y de cross fit. Calentar, pensaba yo, estoy suficientemente tenso como para doblar siquiera la pierna, y ésta gente saltando y bailando... Luego caminamos hacia el punto de partida y allí pude palpar de primera mano el entusiasmo con el que viven estas carreras las personas para las cuáles participar en las mismas ya no es novedad -como en mi caso- sino un estilo de vida: hay grupos, muchos grupos de corredores que practican diaria o semanalmente y hasta están organizados: tienen nombre, camisetas que los identifican, inclusive un líder con un cartel que indica el tiempo que tienen previsto hacer en la competencia. Por allí el cartel de una hora, por acá el de 1.15. Como yo nunca he corrido 10 kilómetros, no tengo la menor idea del tiempo que puedo hacer -para ser franco, ni siquiera tengo idea si terminaré la competencia- pero se me hacen tiempos dificilísimos. Obvio también veo muchos grupos de amigos, o familias que sin una organización particular están ahí para pasarlo bien, y muchos con pinta de corredor menos experimentado, o sencillamente debutantes como yo.

De tanto hidratarme previo a la carrera, al momento del inicio tenía unas ganas enormes de ir al baño, pero tenía que estar loco para moverme de ese mar de gente y del lado de mi amiga que me había motivado hasta el cansancio para que corra la carrera. Ya se me pasará pensé, sin saber que correría casi todos los diez kilómetros con esas mismas ganas...ya en los dos kilómetros finales ni me acordé, tan concentrado que estaba en llegar a la meta.
Antes de iniciar la carrera
Arranca la carrera y lo primero que me ocurre es perder de vista a mi amiga... y no saber más de ella hasta ver un mensaje en el whatsapp al final de la carrera. El "Tune In" andaba necio sin ganas de dejarme escuchar un poco de música en el celular, así que opté por concentrarme en la carrera, en mi ritmo, en tratar de disfrutar del hermoso paisaje del malecón de la capital dominicana, y en esas andaba cuando ví el cartél que señalaba el primer kilómetro recorrido, pero ni tiempo tuve de disfrutarlo, porque en ese mismo momento, ya del otro lado de la vía, venían de regreso de la primera curva y completando casi tres kilómetros, los punteros de la competencia, esos que resuelven 10 kilómetros en menos de media hora. Admito que me impactó, así que decidí concentrarme en mi paso y olvidarme del resto, siguiendo el consejo que me habían dado personas que saben del tema "arranca tranquilo, no te explotes en los primeros kilómetros". El Run Keeper, la aplicación que había bajado en mi celular, me iba dando el reporte cada cinco minutos, así que tras haber hecho el primer kilómetro en menos de 7 minutos, moderé el paso y de ahí en adelante anduve por encima de 7, pero nunca alcanzando los 8 minutos por kilómetro, y en el kilómetro final estampé mi "mejor tiempo" con un glorioso 6.36.

4222 inscritos, entusiasmo al por mayor
(Foto: Facebook de Kilometros por la Educación)
Llegaron los primeros puntos de refresco: el del Gatorade y el de las bolsitas de agua. Menos mal que el Gatorade era de naranja, el sabor que más me agrada -aunque a quien mentirle, iba a tomármelo sea del sabor que fuera-; con las bolsitas de agua intenté, pero ese sabor a plástico que tenían me llevo a utilizarlas como me habían recomendado: echándomela en cuello, cabeza y rostro para quitar la sensación de cansancio. Conste en actas: me funcionó. Después de cada punto de refresco el inevitable reguero de obstáculos en el camino, lleno de vasos, bolsitas y agua. Ningún drama, sólo tener cuidado unos cuantos metros.

En el camino uno ve cosas de todo tipo, de esas que conmueven y hacer reflexionar. Por un lado, la gente al costado del camino alentando, o los propios corredores que alientan a quien entienden lo necesita, mucha solidaridad. Por el otro los competidores en silla de ruedas, ejemplo de vida sin duda alguna, aunque yo me quedo con aquel señor que, bandera dominicana en mano, participó a los saltos, porque sólamente cuenta con un pie y una mano. Me emocionó. Yo lo pasé y lo dejé atrás, luego de darle ánimo junto al resto de los que pasaban conmigo, pero estoy seguro que debe haber hecho todo el esfuerzo para llegar a la meta, en su tiempo y en sus condiciones, dejando todo por hacerlo. Casos que le recuerdan a uno que más que no poder, lo que suele sucedernos es que no queremos o ni siquiera intentamos, que el límite nos lo ponemos nosotros mismos.

Un ejemplo admirable, la foto se explica sóla, las palabras sobran
(Foto: Facebook de GatoradeRD)
Cuando llegué a los 4.6 kilómetros, ya había gente llegando a la meta, pero no me desconcentré y seguí en lo mío. Y cuando pasé los 5 kilómetros, en lugar de pensar que estaba en terrenos desconocidos para mi resistencia, me puse a darme ánimos pensando que faltaba menos de la mitad de lo que ya había corrido. También sirvió. Evité en todo momento permitirme la tentación de darme un descanso y parar o caminar. Cuando llegaron los 7.3 kilómetros, vino la curva para la "recta final". Estaba cansado, pero la sensación de saber que estaba cerca y que podía lograrlo, me daba muchas fuerzas, amén del Run Keeper en función del cual me iba convenciendo a mí mismo, "al ritmo que vas, en veinte minutos habrás terminado". De todos modos cuando ví el Hotel Hilton tan lejos y la cabeza comenzaba a darle mente precisamente a esa lejanía, se me ocurrió ponerme a rezar un rosario, así ocupaba la mente en la oración y no en la distancia, el cansancio o lo que faltaba. Sí, sirvió. Cuando lo terminé, el Hotel Hilton estaba detrás mío y el kilómetro final cerca, muy cerca.

Pero cuando llegué a la señal del kilómetro 9 tuve un pequeño momento de desconcierto. De repente me sentí corriendo apresurado, saliéndome de mi paso. La emoción seguramente. Nuevamente reagrupé fuerzas, ordené ideas y volví a mi ritmo hasta que comencé a ver la meta a lo lejos y a escuchar la canción de Rocky en los parlantes del estrado principal. Admito que me emocioné, se me puso la piel de erizo, se me hizo un nudo en la garganta y ahí sí apuré el paso. Y cuando crucé la meta grité par de malas palabras más propias de celebración de gol en el estadio que de pichón de maratonista. Pero me salieron del alma, y con lo alta que estaba la música con suerte sólo me escucharon en par de cuadras a la redonda. Lo había logrado. Era un reto personal y lo había cumplido. Por primera vez en mi vida corrí diez kilómetros. Y encima no lo hice mal: 1.12.50 me indicó el Run Keeper, 1.13.39 fue el tiempo oficial que consta en la página de Gatorade. ¡En menos de aquel 1.15 que me había parecido de marcianos antes de la carrera!

Y me di el gustazo... esa medalla vale oro
Me quedé con todas las enseñanzas del día: mi descubrimiento de la cultura maratonista y el respeto que tengo por toda esa gente que se dedica con pasión a cultivar el deporte y la actividad física; los ejemplos de vida de los discapacitados, toda una cachetada a las excusas que ponemos en el día a día; el poder de la mente, es verdad que si no tienes físico la mente no hace milagros, pero si estás en capacidad de hacerlo, si tienes la mente fuerte, es un plus fundamental; que un rosario sirve, hasta en un 10k; en resumen, que si uno quiere, puede, y lo demás son tonterías.

Después el desorden para recoger la medalla -pequeño detalle que puede mejorarse para el año que viene-; simbólica medalla que conservaré con mucho cariño. Si algún día corro otras 10k, ésta siempre será la primera y por ende, siempre la tendré grabada como un momento donde vencí los límites auto impuestos...y claro, me dí un gustazo del carajo.


* Gracias Rossi, Lissette, Aida, Juan Carlos... por la insistencia y los consejos, valieron la pena. Y gracias a Dios y a la Madre, siempre.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente relato, colorido y con detalles.

También, por supuesto, excelente experiencia.

Arturo

Rossi Cabreja dijo...

Excelente experiencia Pedro, te felicito por haberlo logrado. La solidaridad entre los corredores es admirable, los mas experimentados siempre dan animos a los novatos, motivandolos a seguir a no parar y llegar a la meta. Te felicito y espero que este sea el primero de muchos y que sigas entrenando.

Apuntes dijo...

Felicidades Pedro. Buena moraleja.