martes, 31 de julio de 2007

Irak Campeón

Todo lo que deja un triunfo que va más allá del mero fútbol. Denle una miradita a la última entrada en mi blog deportivo

lunes, 30 de julio de 2007

Gracias a Dios es Lunes


Levantarte temprano
ponerle ganas
pasarla bien.
Laburar como un burro,
respirar hondo,
no dejar de sonreir.
Desandar la vuelta a casa
conducir el auto
cantando una canción.
Desparramarte en la cama,
olvidarte de todo
dejarte llevar.
Alegría todo el día
y a la noche mucha paz.

Lunes, sin tí no habrían viernes.
¿Cómo no disfrutarte?
Faltaba más.

Pequeñeces

Ropa raída
pies descalzos.
Esconden sus rostros tras sus dedos sucios
sonríen nerviosamente
nunca lloran delante de tí.

Apariencias desprolijas
almas desnudas.
Corazones vacíos de afecto
estómagos dolorosamente hinchados de esperar por nada.
Vocecitas escondidas tras gritos desafiantes,
acciones insolentes disimulando omisiones indolentes.
Soledad compartida,
libertad enjaulada.

Mil historias diferentes
realidades iguales.
Padres ebrios,
hermanos presos,
madres sin conocer.
Días sin principio ni final,
noches eternas,
destino errante.

El pegamento regado en el piso,
una manito sucia, fría, inerte.
¿Qué hacemos?
Pasar.

7.7.98

domingo, 29 de julio de 2007

Feliz 28


(San Martín's proclamation of the independence of Peru on 28 July 1821 in Lima. Painted by Juan Lepiani in 1904.) http://museonacional.perucultural.org.pe/galeria4.shtml


Dicen que la distancia es el olvido, pero igual que Roberto Cantoral, yo tampoco concibo esa razón. Tras seis años y medio lejos de mi país, cada día genera un inexorable crecimiento de la ligazón con mi querido Perú. También dicen que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde y algo de cierto debe tener la bendita frase, tan manoseada y utilizada por todos alguna vez en su vida. En mi caso también debe ser verdad. Viviendo en la Lima de antaño, también Lima la horrible, hoy Lima la añorada, pocas veces uno supo apreciar lo bueno y hermoso de mi ciudad. Siempre es más fácil verle la quinta pata al gato y ver solamente lo malo y lo feo, nunca lo bueno. ¡Menuda lección la que brindan los años y la distancia!

No es solamente Lima, es el Perú. Ese mendigo sentado en el banco de oro de Raimondi. Ese generoso bello durmiente de la Chabuca Limeña. Ese país que cobija en sus entrañas a Machu Pichu, maravilla del mundo aún antes que una votación por internet así lo confirmara. Es todo el Perú. Mi Perú.

¿La distancia y los años generan una sensación que lleva a idealizar el terruño lejano al extremo de recordarlo más hermoso y entrañable de lo que es? No lo sé. Puede ser, Tal vez sí. Tal vez no. Para el caso da lo mismo. Cada vez que vuelvo -ahora casi como un forastero en mi propio país-, lo veo mejorando, avanzando, creciendo, seduciéndome a una vuelta por ahora lejana. Quien sabe si engañándome cual mujer interesada, mostrándome sólo lo bueno y atractivo, ocultándome todo lo malo, todo lo feo. Sólo Dios, omnipotente y omnisciente sabrá si algún día habra regreso definitivo, o si los mismos ya no dejarán de ser visitas esporádicas en donde todo siempre es bonito, en donde todos siempre te tratan bien, en donde todo es cual cuento de hadas... en donde engordas una barbaridad (cómo no hacerlo en el país donde mejor se come en el mundo).

¿Qué hablar y querer desde fuera es fácil porque no se vive el día a día y las idas y venidas que sólo se sufren viviéndolas in situ? No lo sé. No creo. Alguna vez lo pensé cuando vivía en el país y leía gente viviendo fuera opinando de cosas de dentro. Pero ahora que vivo fuera es paradójico que a uno le cueste tanto desligarse de esa necesidad de estar al tanto de lo que pasa dentro. Y uno extraña. Y uno lee. Y uno de informa. Y uno opina. Y si eso es una ligereza, pues se peca por amor. Y ya lo cantaba Rómulo Varillas. Aquel que no ha pecado no es humano, aquel que no ha querido no ha vivido. Así que si se peca por querer a la tierra que a uno lo vio nacer, pues, que le vamos a hacer. Me declaro convicto y confeso.

Chicha y mazamorra morada. Santa Rosa, San Martín y Cristo Moreno en morada procesión. Clásico mi Alianza frente al acérrimo pero necesario rival en mi íntimo Matute o en el gigantesco Monumental. Pinglo y Chabuca. Fiesta Criolla y Embajadores también Criollos. Lucha Reyes y la incomparable Eva Ayllón. Gianmarco y el Maestro Juan Diego Florez. Tilsa Tsuchiya y Fernando de Szyszlo. Vargas Llosa y Bryce-Echenique. Tiro, voley y surf u oro, plata y campeonato mundial que es lo mismo. Costa, sierra, selva, vals, huayno y cumbia.

Perú. Mi Perú. Con todos sus contrastes. Con todas sus oportunidades. Con todo lo malo y lo feo. Pero también con todo lo bueno. Perú. Mi tierra, mi familia, mis amigos, mi fútbol, mi comida. Aún a una distancia que espero sepas comprender y perdonar, te sigo queriendo o lo que es más peculiar aún, te quiero más. Como canta el Zambo Cavero, sobre mi pecho llevo tus colores... y cuando yo muera me uniré en la tierra, contigo Perú.

Sí, demasiada nostalgia lindante con la cursilería, que se le va a hacer... feliz 28...aquí, allá o acullá... ¡arriba Perú carajo!

miércoles, 25 de julio de 2007

Tormenta

Llueve.
Rayos, Truenos y Centellas.
Destellos relampagueantes.
Llora el cielo,
ruge la inmensidad.

Bomba.
Mecha, chispas y explosión.
Luz cegadora preludio de ruido infernal.
Llora por los muertos,
ruge de rabia e impotencia el corazón.

Llueven bombas.
Truenan explosiones,
Luces destellantes,
Llantos de rabia, rugidos de dolor.

Tormentas hoy,
Bombas ayer.
Truenos que reviven cada día
pasados de angustia, miedo y dolor
lamentos del corazón.

lunes, 23 de julio de 2007

Des-es-3: Terapia Gym

El gimnasio da para muchos comentarios. Que las chicas lindas en licras no aptas para menores de edad, que los shows de los loquitos gym, que la insoportable música "punchi punchi", etc, etc, etc. Pero lo que también es cierto es que el bendito lugar sirve para desestresarse...y mucho.

No soy un loquito gym ni pretendo serlo. De hecho mi constancia en el gimnasio es proporcional a mis ausencias del mismo. Cuando me agarra la fiebre (generalmente cuando el sobrepeso dice basta) se vuelve casi una necesidad, el cuerpo te pide ejercicio. Cuando la pereza triunfa, entonces no hay gimnasio que valga frente a una cama que te arropa traicioneramente en los clásicos 'cinco minutitos' y me levanto, que se convierten en 15 o 30 minutos irremediables.

Ahora volví porque el otro día después de subir los tres pisos al departamento donde vivo (sutíl diferencia con decir 'mi' departamento, algo que espero decir próximamente) me agité peor que jarabe para la tos antes de ser ingerido. Y bueno, uno ni es jarabe, ni está obeso, ni mucho menos viejo como para ponerse en ese plan por par de pisos que uno suba en escalera. Así que ahí volvimos, con mucha pereza, pero con una decisión que al menos por ahora es mayor que la flojera.

Cómo por estas fechas además de 'agitado' uno anda 'estresado' debido a un 'huracán' de trabajo, resulta curioso que por estos días es más interesante el gimnasio por lo que me relaja que por lo que me pueda ayudar a recuperar el físico. El problema del "punchi-punchi" se resolvió con el ipod o en su defecto con el walkman incorporado en el celular -así uno puede escuchar la música que le da la gana y no la insufrible-perorata-tecno-perrera-dizque-musical-, sin importar mucho que tanto audífono pase la factura a largo plazo y de anciano uno tenga que usarlo, pero por sordo. Con la música de uno, la elíptica se hace más fácil y mientras se siente y disfruta un buen tema de The Cure, o clásicos ochenteros de U2, Level 42, Police, Smith, o algún tema de Dolores Delirio, uno puede 'correr' 30, 40, 50 minutos o una hora tranquilamente.

Luego las pesas y las maquinas, con cuidado para no despertar las lesiones del cuello. Y ahí sí, a soltarse del todo. ¿Cómo disfrutar del 'sufrimiento'? Imaginarse la persona, empresa, situación o siguen firmas, que más está embromando la paciencia en la jornada diaria, y entonces sí, estirar el brazo, cargar la pesa, mover la maquina, etc, etc, etc. Si el movimiento se acompaña de alguna exclamación susurrada pero bien sentida del tipo "¡esta va por tí maldita ...(ponga aqui el nombre de la persona, empresa, situación, etc. que le tiene medio loco o loco completo)...! la terapia desestresante estará completa... ¡Luego uno no quiere ni soltar la pesa del gusto que le agarra al asunto!

Haga la prueba, que lo peor que puede pasar es que no pase nada. Eso sí...recuerde calentar antes de ejercitarse. No sea cosa que se pase de la emoción al dolor de un desgarro inoportuno o una contractura que nada cura.

Defensa de las Malas Palabras

La semana pasada se nos fue para comenzar a ser leyenda Roberto 'El Negro' Fontanarrosa, uno de los dibujantes y humoristas más geniales de Latinoamérica, creador de Inodoro Pereyra y Boogey el Aceitoso entre otros personajes. A modo de humilde homenaje (y de justificación para mi utilización de dichas palabras en futuras entradas) copio la disertación que hizo al cerrar el Congreso de la Lengua que se realizó en el 2004 en Rosario, Argentina. Simplemente imperdible.

"No sé que tiene que ver con lo de la internacionalización, que, aparte, ahora que pienso, ese título lo habrán puesto para decir que una persona que logra decir correctamente in-ter-na-cio-na-li-za-ción es capaz de ponerse en un escenario y hablar algo —porque es como un test que han hecho—.

Algo tendrá que ver el tema, éste, el de la malas palabras, por ejemplo, con éste, como el que decía el amigo Escribano (José Claudio Escribano). Se nota que es tan polémica esta mesa que es la única a la que le han asignado "escribano" para que se controle todo lo que se dice en ella.

Es un aporte real en cuanto al intercambio. Me ha tocado vivir, cuando he tenido que acompañar a la Selección Argentina a partidos (de fútbol) en Latinoamérica. El intercambio que hay en esos casos de este lenguaje es de una riqueza notable; es más, en Paraguay nos decían "come gatos" que es, estrictamente para los rosarinos, "un rosarinismo".

Un Congreso de la Lengua es, más que todo, para plantearse preguntas. Yo, como casi siempre hablo desde el desconocimiento, me pregunto por qué son malas las malas palabras, quién las define como tal. ¿Quién y por qué? ¿Quién dice qué tienen las malas palabras? ¿O es que acaso les pegan las malas palabras a las buenas? ¿Son malas porque son de mala calidad? ¿O sea que cuando uno las pronuncia se deterioran? ¿O, cuando uno las utiliza, tienen actitudes reñidas con la moral?

Obviamente, no se quién las define como malas palabras. Tal vez sean (ellas) como esos villanos de viejas películas —como las que nosotros veíamos—, que en un principio eran buenos, pero que al final la sociedad los hizo malos. Tal vez nosotros, al marginarlas, las hemos derivado en palabras malas. Lo que yo pienso es que brindan otros matices, muchas de ellas. Yo soy fundamentalmente dibujante, con lo que uno se preguntará: ¿qué hace ese muchacho arriba del escenario? Manejo muy mal el color, por ejemplo, pero a través de eso sé que cuanto más matices tenga uno, más puede defenderse, para expresarse, para transmitir, para graficar algo; entonces: hay palabras, palabras de las denominadas malas palabras que son irremplazables, por sonoridad, por fuerza, algunas incluso por contextura física de la palabra. No es lo mismo decir que una persona es tonta o zonza que decir que es un pelotudo. Tonto puede incluso incluir un problema de disminución neurológica realmente agresivo.

El secreto de la palabra pelotudo, ya universalizada —no sé si está en el diccionario de dudas—, está en que también puede hacer referencia a algo que tiene pelotas. Puede hacer referencia a algo que tiene pelotas, que puede ser un utilero de fútbol que es un pelotudo porque traslada las pelotas; pero lo que digo, el secreto, la fuerza, está en la letra t. Analicémoslo —anoten las maestras—: está en la letra t, puesto que no es lo mismo decir zonzo que decir peloTudo.

Otra cosa, hay una palabra maravillosa que en otros países está exenta de culpa —esa es otra particularidad, porque todos los países tienen malas palabras pero se ve que las leyes de algunos países protegen y en otros no—, hay una palabra maravillosa, decía, que es carajo. Yo tendría que recurrir a mi amigo y conocedor, Arturo Pérez Reverte, conocedor en cuanto a la navegación, porque tengo entendido que el carajo era el lugar donde se colocaba el vigía, en lo alto de los mástiles de los barcos para divisar tierra o lo que fuere; entonces mandar a una persona al carajo era estrictamente eso, mandarlo ahí arriba.

Amigos mexicanos con los que estuve cenando anoche me estuvieron enseñando una cantidad de malas palabras mexicanas. Ahora que lo pienso creo que me estaban insultando porque se suscitó un problema con la cuenta a la hora de pagar. Me explicaban que las islas Carajo son unas islas que están en el océano Indico.

En España, el carajillo es el café con coñac y acá apareció como mala palabra, al punto que se llega a los eufemismos, se decía caracho; es de una debilidad absoluta y de una hipocresía... ¿no?

A veces hay periódicos que ponen: "El senador Fulano de Tal envío a la m... a su par". La triste función de esos puntos suspensivos, realmente el papel absurdo que están haciendo ahí, merecería también una discusión acá, en el Congreso de la Lengua.

Voy a ir cerrando. Hay otra palabra que quiero apuntar que creo es fundamental en el idioma castellano, que es la palabra "mierda", que también es irremplazable. El secreto de la contextura física está en la r —anoten las docentes—, porque es mucho más débil como la dicen los cubanos: mieLda, que suena a chino, y eso —yo creo que ahí está la base de los problemas que ha tenido la Revolución cubana—, le quita posibilidades de expresividad.

Voy cerrando, después de este aporte medular que he hecho al lenguaje y al Congreso. Lo que yo pido es que atendamos a esta condición terapéutica de las malas palabras. Mi psicoanalista dice que es imprescindible para descargarse, para dejar de lado el estrés y todo ese tipo de cosas. Lo único que yo pediría (no quiero hacer una teoría) es reconsiderar la situación de estas palabras. Pido una amnistía para la mayoría de ellas. Vivamos una Navidad sin malas palabras e integrémoslas al lenguaje, que las vamos a necesitar."

Roberto Fontanarrosa

viernes, 20 de julio de 2007

I melt with you (tiempos de Lechuga)

"Moving foward using all my breath
Making love to you was never second best
I saw the world thrashing l around your face
Never really knowing it was always mesh and lace..."

Tiempos de cachimbo, tiempos de experiencias nuevas, tiempos de universidad... tiempos de lechuga...

A medida que uno se vuelve un joven más adulto, o lo que es lo mismo más viejo, los recuerdos por lógica añadidura son más y más pero mucho más. Y muchas veces, al menos en mi caso, los recuerdos están relacionados, de hecho muy relacionados, con la música. Es impresionante como escuchar una canción de aquellos tiempos pasados donde se suele decir que todo fue mejor, algo se dispara de manera irremediable en mi cerebro y un nuevo video de la canción, exclusivo para mí, se desarrolla sin parar.

Tenía años, por no decir siglos -aunque es una exageración, en puridad no es tal si tenemos en cuenta que hace apenas siete años cambiamos del XX al XXI- que no escuchaba aquella canción de Modern English, aquel grupo británico de finales de los setentas y principios de la mejor década de todas las décadas, los ochentas, en donde se decía que uno podía detener el mundo y congelarse por el ser amado. Y no hubo vuelta que darle. El dvd de mi cabezota se disparó (aunque siendo recuerdos retro me parece que debería hablar de un vhs o de un beta, peor aún... mi sobrina me preguntaría ¿beta? ¿con qué se come eso?).

Recordé entonces La Lechuga. El recordado auto de marca rusa y de color verde -de ahí lo de Lechuga-, en la que todos los días llegaba a la universidad mi hermano del alma. Y que hasta que la lechugita pasó a mejor vida para dar paso a otro vehículo par de años después -japonés como no podía ser de otra forma-, fue durante aquellos inolvidables años de Estudios Generales Letras, no sólo un valioso medio de transporte para un humilde estudiante peatón, sino también lugar ideal para matar el tiempo entre aquellos interminables 'huecos' entre clase y clase, conversando, hablando de fútbol, de la vida, forjando amistades inextingibles...y escuchando música obviamente.

La Lechuga en su papel musical tuvo una función hasta educadora para mí, que para cuando entré a la universidad, escuchaba casi con exclusividad de lunes a viernes, sábados, domingos y feriados, a The Cure, o mais grande grupo do mondo persecula seculorum, léase mi grupo favorito de toda la vida. En aquel momento estaba realmente enfermo de la cura y todo lo que no fuera una canción de Robert, me daba alergia por decir lo menos.

Hasta que me subí a la Lechuga claro. Una o dos canciones se dejaban escuchar en su equipo de música, de los mejorcitos de esa época donde los que se traían de fuera eran los que marcaban la diferencia. Y siempre que esas canciones fueran conocidas claro está. Llámese Boy's Don't Cry o llámese 'Just Like Heaven'... pero dos y ya...sufi...no abuses compadre... el cassette (¡el cassette!) se salía sólo, o lo sacaban, je..., me acuerdo que uno de los cassettes de The Cure salió tan fuerte -o lo sacaron tan fuerte- que terminó en el asfalto de la Avenida La Marina (también pues... era un cassette que tenía cuatro versiones distintas...¡de la misma canción!, paradójicamente la canción se llamaba "Never Enough", pero en este caso canción y media fue suficiente para que el pobre cassette saliera expectorado sin boleto de regreso... )

Y como de la universidad a la casa habían cuando menos cuarenta y cinco minutos (media hora cuando el corredor de playas lo permitía), entonces tuve que empezar a escuchar aquellas 'novedades' que en realidad tenían más de tres o cuatro años de salidas a la luz pública y que todo el mundo se sabía... menos yo, claro está (en mi mundo thecuriano al menos era recíproco...pocos o ninguno se sabía tampoco M o The FigureHead, algunos de los clásicos más oscuros de las épocas más oscuras de los oscuros Cure).

Allí estaba Phil Collins y Génesis, grupo del cual después me enteré que aquel loquito que cantaba Sledgehammer, ese video de Peter Gabriel que me llamaba tanto la atención cuando salió, había sido su vocalista original. Y estaba John Cougar con su inextingible Jack & Diane. Y no podía faltar Scandal, más que con Goodbye to You, con The Warrior, esa simpática canción donde Patty Smyth nos decía con mucha fuerza en su voz que ella era una guerrera y que "Shootin' at the walls of heartache, bang, bang, I am the warrior...Well I am the warrior, and heart to heart you'll win..if you survive the warrior....the warrior". No me puedo olvidar tampoco que La Lechuga fue testigo presencial del entusiasmo que nos causó "Mr. Jones", aquella canción de Counting Crows, cuando la escuchamos como lo nuevo en "...esto es Radio Doble 9, tu radio rock, en Lima..." (¿sigue viva Doble 9?). Lástima que luego las radios se encargaron de quemar la pobre canción -un dj de Studio 92 la llegó a presentar como 'el señor juan' (¡replop!)- y lástima que Counting Crows luego nunca pudo equiparar su espectacular primer disco (cómo olvidarse de "Round Here", una lenta de aquellas) y ahora es que resugieron algo haciéndole el tema al bueno de Shrek...

Pero la canción que rompió la barrera thecuriana fue probablemente I Melt With You. La Lechuga tenía casi por obligación que pasar aquel cassette single de Modern English donde en el lado B estaba Ink & Paper, otra buenísima canción, y en el A, I Melt With You. Pegajosa, fácil de cantar, y muy ochentera, esa canción nos acompañó en muchas ocasiones, casi siempre en los viajes y cuando no se tocaba, por ahí a pedido del público -bah, léase de mí- no me bajaba del auto sin antes darle una cantadita a la canción.

Y la escuché el otro día de casualidad ya no recuerdo donde, y recordé aquella querida Lechuga. Buen auto carijo. Confidencial recinto de muchas charlas. Siempre bien cuidada por su dueño. Que también cuidó siempre de forjar una amistad irreversible con el loquito The Cure. Y encima, educadora musical. Par de años después, seguía siendo tan fanático de The Cure como el primer día. Pero la tolerancia musical era mucho más amplia que al inicio. Tanto que no pude dejar de interesarme y mucho por una canción particular, distinta, especial, que empezaba a oler como un espíritu joven... de un grupo que se hacía llamar Nirvana... pero bueno esa será otra historia, ya para entonces la Lechuga desandaba caminos que sólo Dios sabe a donde la llevarían con su equipo de música, con su resistencia made in Rusia...y con parte de mis recuerdos bien guardados para siempre en alguna parte de su chasis.

"... the future's, open wide... hummmm"

jueves, 19 de julio de 2007

No duermo

Quiero dormir y no puedo.
Si estoy muy cansado el cansancio es tal que me mantiene despierto.
Si no estoy cansado ni se diga entonces, no duermo ni muerto.
Si apago la luz, las sombras de la oscuridad tensan mi sueño
Si prendo la luz el reflejo deslumbra mi posibilidad de dormir.
Y no duermo de noche.
Pero de día si duermo,
pero despierto.
Y no cierro los ojos, y estando abiertos no veo nada.
Y cierro los ojos y cerrados como estan pugnan por no dejar de ver.
Y no duermo.
A ver si cuando finalmente duerma,
no pueda volver a despertar,
o no quiera despertar,
para dormir lo no dormido,
para vivir lo no soñado.
Para dormir...
que va de palabras y yo...no duermo.

domingo, 8 de julio de 2007

Maravilla

Eres paz,
eres belleza,
eres majestuosidad.
Eres historia,
eres grandeza.
Eres autoridad.
Eres pasado,
eres presente,
eres futuro
Maravilla de la eternidad.
Bah...siempre fuiste maravilla,
pero ahora el mundo te lo recuerda sin cesar.
(foto disponible en www.yahoo.com)


*Dedicado a Machu Pichu, el lugar más hermoso del planeta, maravilla del mundo ayer, hoy y siempre.

lunes, 2 de julio de 2007

Pastilla de presión

La señora no soportaba más. Le habían robado casi todo su dinero y el poco que le quedaba lo iba a perder a punta de haberse metido de garante de una vecina que se largo un buen día sin decir hasta luego y sin pagarle obviamente. No era la pérdida de prácticamente todos sus ahorros lo que la tenía tan mal. Era la asfixiante sensación de sentirse responsable. El insoportable sentimiento de culpa. La recriminación permanente. Y claro, el tener que guardarse todo eso en su interior a riesgo de que le estalle y la destroce, por la vergüenza que le daba el que alguien más pudiera saber lo que le había pasado. Ya no soportaba los propios insultos que se dedicaba, hubiera sido imposible tener que aguantar a otros espetándole en la cara ridículos e insensibles 'te lo dije'.

Tomó nuevamente una pastilla de aquellas que alguna vez le recetaron para combatir la migraña. La pausada sensación de laxitud en que la misma la dejaba le otorgaba breves momentos de pseudo inconciencia en donde al menos no le daba tanta mente a su tragedia personal. Pero después, vuelta la conciencia, vuelta a la depresión. Cuando dejó el vaso de agua no pudo despegar la mente del frasco de pastillas. Ya no soportaba más. Y si una pastilla la alejaba de todo ese dolor, probablemente dos o tres o lo que restara del frasco podría alejar ese malestar, esa vergüenza, esa culpabilidad de un modo definitivo.

Con los ojos enrojecidos de tanto llorar y sin más lágrimas que derramar, tomó la jarrita de vidrio, vertió más agua en el vaso del cual acababa de beber y destapó el frasco de pastillas, encontrándose con más de una docena de estas en su mano derecha. Cuando se las estaba llevando a la boca sonó el teléfono celular y mirando sin querer ver, llegó a apreciar en la pantalla un número que le era conocido, quizás porque era de los pocos que solían reiterarse en aquella pantalla, quizás porque le acercaba lo más cercano que tenía, ahora tan lejano.

Del otro lado de la línea el muchacho entusiasmado por la posibilidad de visitar su añorado hogar haciendo un alto en medio de su exilio estudiantil por tierras europeas, oía timbrar una y otra vez el teléfono a la espera de escuchar la voz de su querida mamá.