miércoles, 22 de agosto de 2007

Entre el dolor y la tristeza surge la esperanza de la solidaridad


Mi musa inspiradora –si es que acaso tengo alguna-, parece estar todavía sepultada entre los escombros en algún lugar de Pisco, y si ya salió, espero sinceramente que su ausencia se deba a que está dando una mano ayudando a los damnificados por la tragedia que golpea al pueblo peruano, a mi pueblo. Pero aún sin ella, es hora de levantarse y de seguir porque como dice la remanida frase, la vida continúa, y en mi caso además, Dios me regaló el tener a mi familia y amigos ilesos así que ya estuvo bueno de persistir en una onda caracúlica que no me ayuda en nada a salir de ese sentimiento de enfermedad y opresión en el que ando oscilando desde el miércoles pasado y en el que tropiezo con cada noticia de réplicas -que por estos días se dejan percibir cuando menos con regularidad de una o dos diarias-.

Así que, disculpando la poca creatividad que pueda haber por estos días, no puedo seguir haciendo silencio respecto de las innumerables muestras de solidaridad que he recibido desde el referido miércoles 15, con motivo del terrible terremoto que ese día removió también hasta lo más profundo de mis entrañas.
Desde el primero momento se sucedieron las llamadas, los mails, los encuentros personales en donde la primera pregunta era indagar por mi familia. Amigos de aquellos que valen oro, compañeros de trabajo, gente de la Parroquia, gente que he conocido en el ejercicio de mi carrera profesional, mis siempre fieles amigos argentinos e inclusive solidarios 'bloggers' a quienes apenas estoy conociendo en este mundo tan nuevo y cuasi desconocido para mí que es el de las bitácoras virtuales. Todos ellos y muchos más me han desbordado de muestras de aprecio y solidaridad, de un modo tal que realmente me han confortado -y muchísimo- en medio de toda esta situación.

Un párrafo aparte se lo merece la gente dominicana. Me es difícil encontrar las palabras –recuérdese que la musa inspiradora está ausente-, para poder describir la forma en la que los dominicanos me han mostrado su solidaridad. No sé si mi familia y mis amigos lleguen a saberlo, pero de verdad, la cantidad de gente preocupada por ellos y que ora por ellos es inmensa. Y cuando les informé a los que pude que la embajada peruana está recibiendo donaciones, ahí mismo, muchos de ellos salieron a donar ropa, víveres y otros menesteres, o a hacer depósitos en las cuentas que se han abierto en el Scotia Bank -el comercial esta vez vale por el gesto de tener disponible la cuenta- de forma desinteresada y sincera. No han sido sólo mis amigos, compañeros o conocidos. Gente de la oficina con la que no he tratado o que nos hemos visto apenas alguna vez quizás en una reunión o en la cafetería, se ha acercado a preguntar por mi familia y a mostrarme su pesar por la tragedia. En la Parroquia, la gente además ha puesto en oración a la gente del Perú y en la misa del domingo, se hizo un emotivo pedido por las víctimas y damnificados del sismo. En resumen y a riesgo de ser mezquino en el recuento, las muestras de solidaridad se han seguido sucediendo sin parar.


De verdad, son muchas las cosas que me gustan de este país que me ha acogido tan generosamente. Ciertamente, también son varias las cosas que entiendo pueden y deben –en algún momento- mejorarse. Pero de lo que no me cabe duda –y esta experiencia me lo viene demostrando por si hiciera falta- es que el dominicano tiene un enorme corazón pródigo en solidaridad. Hoy quiero reconocer ello, con mi sincero agradecimiento a mis hermanos dominicanos, confiando a su vez que esa disposición en favor del prójimo se haga práctica común y sea una realidad más cotidiana también con la gente que sufre y pasa necesidad en esta hermosa isla, sin necesidad que haya tragedia alguna de por medio para que aflore dicha solidaridad. De hecho, creo que ésta última reflexión aplica para todos nosotros en cada uno de nuestros países, en donde hay muchísimas cosas en las que podemos –y debemos- ayudar. Basta ver cómo los peruanos mismos nos hemos desbordado en mil y un formas de colaboración con nuestros hermanos del sur chico... ¡si siempre actuáramos con ese desprendimiento y generosidad!... Nunca es tarde....quizás acaso esta tragedia sea un punto de partida...ojalá...ojalá.

Después de cada noche amanece. Es momento pues de levantarse para ver el sol en el horizonte y vivir el nuevo día que el Creador nos regala. Ahí vamos. Fuerza mi querido Perú.

Y a todos los que han mostrado su solidaridad, de corazón...Gracias.

(Foto de Reuters obtenida en www.yahoo.com)

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Seguiremos orando para que los peruanos pueda recuperarse emocional y económicamente de la tragedia.
En cuanto a la solidaridad, estoy de acuerdo 100%. A pesar de las dificultades económicas,los dominicanos comparten el pan.

Leti

Sol dijo...

Que bueno que hayas dedicado un espacio a agradecer la ayuda de todos, es realmente solidaria latinoamérica. Me he quedado impresionada ante la magnitud de la respuesta.
Y sí, mi mente sigue rondando los escombros también. Mis pensamientos no se alejan de esos destrozos y llantos ajenos. Ya sólo espero a que el número de muertes deje de aumentar y empiece la fase de reconstrucción.

Y por dios que paren esas réplicas que tiene a la gente con los nervios de punta y que traen consigo a veces, mas desastres.

Un abrazo grande Pedro. Dos. Hoy quisiera darte dos.

Anónimo dijo...

Si no demostramos nuestro amor y nuestro cariño a las personas que queremos, entonces a quién?. Cómo no hacerlo entonces contigo Pedro... cómo?!.
Si pudiera hacer más de lo que está a mi alcance para hacerte sentir mejor, sólo un poco mejor, con eso me basta, no vacilaría un segundo.

Sabes que te quiero y conoces mi cariño, y el saber de la manera como te sientes, me hace sentir igual.

Como siempre, un beso y un abrazo inmensos. Cuando te vea, ya te los daré.

Como dice una peli de los años 80s, - Con amor...siempre.-

Yolinés

Marina Lassen dijo...

Me impresionó muchísimo lo que les pasó... Pero, ante lo peor surge lo mejor de los seres humanos.

Gasper dijo...

Está muy bueno ser agradecido, y sobre todo con ese corazón abierto con el que te estás mostrando.

Te mando un abrazo grande y, realmente, me alegro que vos y los tuyos se encuentren bien
(aunque hay que seguirla remando...)

Kety dijo...

Hola, agradezco que tu puerta esté abierta y me facilite la entrada.
Cuando ocurre un desastre natural, o producido por el hombre-como hace años hoy-, quiero pensar que el planeta entero se estremace, esos sí, con la impotencia de no poder hacer nada. como mucho mandar condolencias y apoyo moral.

Creo, que los seres humanos estamos hechos de un barro especial para soportar las adversidades, y remontarnos ante ellas.

Un saludo especial
kety