
La parábola del Hijo Pródigo (Lucas, 15, 11-32) es sin duda alguna uno de mis pasajes favoritos de la Biblia. En mi condición de católico que intenta serlo de obra y no sólo de palabra, he leído dicho texto en más de una oportunidad. Y ciertamente, mientras más lo leo, más me seduce el mensaje del mismo.
No soy muy original en lo de dejarme seducir por el mismo. Henri Nouwen, un sacerdote holandés de profunda espiritualidad, nos dejó un hermoso libro que recomiendo a quien esté interesado, llamado "El Regreso del Hijo Pródigo", un hermoso y profundo análisis de la parábola. No es que sea el único libro sobre el tema, y a lo mejor alguien más ilustrado en la materia concluye que tampoco sea el más completo, pero es un texto imperdible, aún para quienes no profesan religión alguna.
Y es que Nouwen, parte su análisis, no desde el texto mismo de la parábola, sino de la creación artística de uno de los grandes pintores de todos los tiempos, que tampoco pudo evadir el particular encanto del pasaje bíblico, otro holandés: Rembrandt; éste dibujó, en 1662, casi en el ocaso de su vida, una obra del mismo nombre de profundo contenido en cada una de sus imágenes.
No era la primera vez que el pintor holandés dedicaba su obra al Hijo Pródigo. Ya en 1635 dibujó a dicho personaje en una taberna. Pero, la particularidad de la segunda obra es que la misma se concibe precisamente cuando la vida de Rembrandt ha sufrido los embates de una serie de tragedias, y también en medio del descalabro económico dentro del cual concluyo su existencia. Nouwen parte de ese punto para elaborar un emotivo y sentido análisis de la pintura, la cual tuvo la suerte de contemplar en San Petersburgo. Y luego a partir de la obra, se introduce en el análisis de la parábola y sus distintos personajes.
La parábola es hermosa aún si la circunscribimos al aspecto netamente literario, pero obviamente se enriquece de manera indescriptible al descubrir tras la misma el mensaje que Jesús nos deja a quienes creemos en El. De forma fascinante, cada lectura permite descubrir detalles que uno no había tenido en cuenta en la lectura anterior. Y dentro de los mismos, particularmente me emociona el descubrimiento que Jesús nos hace del Padre. Desmitificando prejuicios con respecto a un Padre castigador, intratable y tenebroso, deja al descubierto a un Padre poderoso en su amor y dentro de ese amor en la impresionante misericordia que guarda para con sus hijos. Con el que regresa luego de haberle faltado como el pródigo, y con el que se ha quedado ciego a su amor, sin ver que todo lo del Padre es suyo. Conmueve ver a ese Padre, a la espera de sus hijos y saliendo a buscarlos antes que ellos lleguen al hogar ("Mientras el arrepentimiento anda a su lento paso, la misericordia corre, vuela, precipita las etapas, anticipa el perdón, manda delante, como un heraldo, la alegría" Cabodevilla). Así, el relato dice que el Padre al ver a su hijo a lo lejos "...lo vio y sintió compasión; corrió a echarse a su cuello y lo besó. ..." ¡Cuánto amor!
Definitivamente es un Padre pródigo en amor, en misericordia, en bondad. Un amor que fluye de forma indubitable e interminable para todos los que se dejen bañar por El.
Charles Peguy, el poeta y escritor francés que murió peleando en Marne en la I Guerra Mundial, dejo unos versos hermosos que no tienen pierde, sobre la parábola del Hijo Pródigo en su libro Les Mysteres, con el cual concluyo este breve comentario, el cual no tuvo ninguna intención que no sea el compartir simplemente la emoción y alegría que me produce el escuchar y leer este pasaje:
"Había una gran procesión y en cabeza iban las tres parábolas:
la parábola de la oveja perdida,
la parábola de la dracma perdida,
la parábola del hijo perdido.
Pero lo mismo que un hijo es más querido que una oveja
e infinitamente más querido que una moneda,
así la tercera parábola, la del hijo perdido,
es más bella y querida y más grande que las otras parábolas...
Entre todas, entre las tres, la tercera parábola avanza...
Desde hace dos mil años ha hecho llorar a innumerables hombres...
Ha tocado un punto único, secreto, misterioso.
Ha tocado en el corazón.
Es la palabra de Jesús que ha llegado más lejos,
la que ha tenido más fortuna temporal y eterna.
Es célebre incluso los impíos.
Quizás es la única palabra que permanece clavada en el corazón del impío
como un clavo de ternura".
(Imagen: El Regreso del Hijo Pródigo - Rembrandt, 1662)